Tengo un montón de temas en la cabeza: el apagón, las colas, las clases, los estrenos... en fin, poco a poco. Hoy solo tengo uno: la hallaca, o mejor dicho, la dieta. Lo admito, es un título engañoso.
Sí,sí, dieta. Y no me refiero a "hacer dieta", la de no comer mayonesa y otras cosas deliciosas; me refiero a la dieta del venezolano, esa combinación de sabores y colores a la que nos aferramos como si no hubiese otro alimento sobre la faz de la tierra. La arepa en la mañana, el pollito con arroz y tajadas en el almuerzo y tal vez otra arepita en la noche (o una avenita para los recatados).
La cuestión está en que no estamos dispuestos a cambiar nuestra dieta por culpa de ningún mico o nico que se agarre el coroto del país. ¡No, señor! Ni se le ocurra meterse con mi hallaca. ¿La cola de 3 horas? Te la tengo y te la hago; ¿los empujones y atropellos? Te los tengo y te los reparto; ¿la peregrinación de mercado en mercado? Por favor, señor, yo nací para eso.
Y todos esos maltratos que viene de parte de otros ciudadanos y de parte de los vendedores, de parte de los militares (quienes honrosamente cuidan que usted no agarre más papel higiénico del que le corresponde) y de los "servidores" públicos, todo ese maltrato al final vale la pena. Usted llegó a casita victorioso: encontró harina Pan normal, no la integral, ni la amarilla. Bravo, hagamos las hallacas.
Ya puedo escucharlo "ajá, y entonces, ¿me quedo sin hallacas?, ¿no tengo derecho?". Todo lo contrario mi estimado lector, todo lo contrario. Tiene todo el derecho del mundo. Pero ¿sabe qué? También tiene derecho a no hacer una cola de 3 horas para ENTRAR al supermercado a ver si quedó algo de harina, también tiene derecho a visitar su carnicería local y encontrar pernil, a hacer todo un mercado en UN solo supermercado.
Pero hay un derecho que parece que no queremos ver: ¡el derecho a no hacer hallacas! Un país tan mixto como el nuestro, aprovechemos: cena peruana, chilena, china, gringa... lo que sea. Y no se trata de resignarse tristemente a que "este año no podremos hacer hallacas". Se trata más bien de "métete tu cola por donde mejor te quepa, voy a cocinar pasticho".
Y por cierto, ¡vaya a votar! y ejerza su derecho.
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Viva el derecho a no hacer hallacas, cará. O el derecho no no hacer más que comer en Navidad y en cualquier época del año. O el derecho, incluso, a votar a la hora que uno quiera, no "temprano", como aconseja todo el mundo, como si a las 3 de la tarde no fuera a haber mesas abiertas y sin cola.
ResponderEliminar¡Muy bien, Isabel, fantástico el blog!
Edgardo