A mi
familia, mis estudiantes y amigos:
Escribo
desde la humildad de mi casa, que no ostenta lujo ni se regodea en espacio;
escribo desde el sudor de mi frente, el de las caminatas hasta mi trabajo;
escribo desde la honestidad, en mi práctica docente diaria en la casa que vence
la sombra; escribo desde mi corazón a todos ustedes.
Cuando
yo estudiaba noveno grado en Valle de la Pascua mi hermano ya estaba
presentando la prueba del CNU y tomé prestado entonces el libro de “Oportunidades
de estudio”; con ansiedad y emoción hojeé sus páginas buscando la profesión que
moldearía mi vida adulta. Encontré a Idiomas Modernos rápido y sin vacilar
dije: eso es lo que yo quiero estudiar.
Todo mi empeño se dirigió a esa carrera, nada me distrajo y al final lo
logré; cuando revisé junto a mi madre los resultados del CNU en 2003 se nos
puso el corazón chiquito y se nos aguó el guarapo: “asignada primera opción,
Idiomas UCV”. Todavía suspiro al recordarlo. El esfuerzo de padres maravillosos
y la lucha personal habían rendido fruto.
Mis
5 años en la UCV no sólo me enseñaron tres idiomas (Sí, tres, porque el español
lo reaprendí allá adentro). Me enseñaron qué es dormirte con la ropa del día
puesta a causa del cansancio, me enseñaron el verdadero significado de
“quemarse las pestañas”, me enseñaron también el valor de los libros, de la
Biblioteca Central, del Comedor universitario y de la Cachucha de la UCV, el
valor del Pastor de Nubes, del Jardín Botánico, de las increíbles Nubes de
Calder, de todos y cada de los murales dentro de mi hermosa Facultad de
Humanidades. Mi paso por la UCV me enseñó a respetar al otro y escucharlo
aunque piense diferente; a reconocer al mundo dentro de la Universidad y a
amarlo, me enseñó a cuestionar todo en cuanto creía para poder entonces
reafirmarlo y defenderlo con fundamento.
Luego
pude disfrutar del otro lado del escritorio, del lado del profesor. Tengo
actualmente tres secciones de inglés en la Escuela de Idiomas Modernos, tres
secciones maravillosas llenas de jóvenes con sueños, ideas, esperanza y
conocimiento. Jóvenes que me enseñan algo nuevo todos los días y con quienes
desarrollo amistades muy gratificantes y cordiales. Jóvenes que como yo vienen
a nuestra alma máter a empezar a vivir.
Hoy
esa universidad que me abrió las puertas en 2003 no es la misma. La universidad
venezolana se ahoga frente a medidas que pretenden reducirla y aniquilarla.
¿Sabían ustedes por ejemplo que la beca estudiantil es de 400 Bs? ¿Que los
estudiantes han tenido que cenar UNA papa sancochada en ocasiones? ¿Cómo
estudia un joven con el estómago vacío? ¿Sabían además que un profesor
universitario gana 2677Bs menos deducciones? Seguramente no lo sabían. Y no los
culpo, la universidad venezolana (no sólo la UCV) ha intentado continuar
trabajando como se pueda, “como vaya viniendo vamos viendo” por muchos años,
gerenciando la crisis, pero ya la situación es insostenible.
Ahora
se pretende imponer un contrato colectivo único presentado por unos pocos pero
que “representaría” a todos: profesores, empleados, obreros y estudiantes de
todas las universidades autónomas del país. Se pretende callar a los
huelguistas con un aumento incompleto y muy por debajo de lo requerido (y que
no ha llegado a los bolsillos de nadie). Se pretende CRIMINALIZAR la protesta
estudiantil y profesoral, una estrategia vieja de criminalizar y victimizarse
que muchos ya conocen. Se dice a los medios que hay diálogo, pero mienten; se
dice a la gente que ya se aumentó el sueldo, pero mienten; se dice en la calle
que un profesor gana 25 mil, pero siguen mintiendo.
Mi
llamado es a solidarizarse con la lucha universitaria, porque no se trata solo
del sueldo de los profesores. Se trata de las becas estudiantiles, se trata de
los laboratorios que no tienen reactivos, de los jubilados que pierden
beneficios con la contratación colectiva única, de la defensa de la AUTONOMÍA
UNIVERSITARIA y la pluralidad que nos identifica y guía, del apoyo a los
estudiantes y profesores de Mérida que llevan más de 300 horas en huelga de
hambre. No es la UCV y cuatro estudiantes que protestan, es la Academia
Venezolana y su comunidad.
Sin
educación no hay futuro, sin pluralidad no hay democracia, sin ustedes no hay
lucha, sin lucha no hay universidad.
Isabel
Matos
Licenciada
en Traducción
Profesora
Instructora, Escuela de Idiomas Moderno UCV.
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