Jugando a ser sexy en 2015. con una peluca, filtros y siguiendo instrucciones |
¿Qué es ser sexy? Esa
pregunta ha estado rondando mi cabeza y mi boca por los últimos dos meses sin
parar. Ya no recuerdo exactamente por qué empecé a preguntarme eso pero la
historia va más o menos así:
Estaba yo caminando
en la universidad y viene en sentido contrario una chica, de unos 25 años, muy
linda y con un tumbao que me hizo pensar
"qué sexy es esa tipa". Entonces empiezo el inevitable juicio en mi
contra (las mujeres somos nuestras peores enemigas). Empiezo a pensar que yo no
camino así, que mi cabello no se mueve con el viento, que si mis ojos, que si
mi nariz, todo un montón de basura que me lleva a la conclusión de que yo NO
soy sexy. Entonces empieza la encuesta, pero no pregunto si consideran que yo
sea sexy, porque es muy directo. Empiezo preguntando qué hace que alguien sea
sexy. Las respuestas me causaban mucha risa, se armaron unos debates por
Whatsapp que descargaban la batería de cualquier teléfono. Pero de repente
empiezo a notar que nadie quería responder de manera directa, nadie quiere
adjudicarse el título tampoco. Y la peor parte viene de aquellas mujeres, que
yo considero bastante sexys, que decían
que no lo eran, que ellas no se consideraban así.
Hoy sigo
investigando, escucho conferencias en línea, leo artículos, veo entrevistas;
las mujeres toman el micrófono y hablan de cómo ser sexy, cómo seducir y cómo
usar esta herramienta a diario (más allá del plano sexual). Un tema salta y me
toma por completo. Al parecer, y en esta idea sigo cavilando, el ideal de
belleza que nos meten los medios a diario por los ojos nos afecta más de lo que
creemos. Aunque sepamos que esas fotos tienen retoques, aunque sepamos que ni
siquiera esa modelo luce así, aunque tengamos más de dos dedos de frente esas
imágenes causa impacto en nosotras. Y es que, además de trabajar, limpiar,
leer, estudiar y todo lo que hace cualquier individuo dentro de esta sociedad,
tenemos que secarnos el cabello, sacarnos las cejas, ir al gym, ponernos
maquillaje, caminar derechas (¡Saca el pompis! ¡Mete la panza!) mantener las
uñas arregladas, combinar nuestra ropa, y ¡Dios nos libre de los zapatos
bajitos y las groserías!
Son demasiadas
cosas. En algún momento "descuidamos" alguna. Me compré un vestido azul muy lindo para las navidades, y mi padre, que es mi papá y me ama por encima de
todo, que es hombre y se supone que no "sabe de eso", me dijo que me
quedaría mejor con una faja (que ya tenía puesta por cierto, inserte emoticón
llorón acá). Una amiga publicó una foto muy sonriente, pues íbamos a dictar un
taller en una jornada de investigación, y su mamá le dijo que la quitara porque
se le veían las arrugas de los ojos.
Nadie se salva. Incluso aquellos que te aman desde que eras una pasa y
hasta que seas polvo. Me hace recordar el artículo que leí de las amigas de
proyecto Kahlo de cómo
transmitir el odio al cuerpo.
Metiendo la panza en el susodicho vestido azul de navidad |
Pero no todo está
perdido, no hay que seguirle la corriente a estas "reglas de belleza"
que nos hemos ido armando. Hay movimientos que intentan desmontar esos ideales
de dama, señorita, mujer, madre. En España las chicas de weloversize son un ejemplo;
promueven la idea de que hay que quererse con esos kilitos de más y que se
puede ser sexy así. Sexy, volvemos al inicio. Si dentro de todas las
definiciones que me dieron los encuestados (14 mujeres y 10 hombres) había más
atributos de personalidad que físicos ¿Por qué seguimos negándonos el título de
sexy? Que quede claro además que luego
de redactar estos dos artículos (el primero publicado en www.ritosdeilacion.blogspot.com
)no me proclamo como una gordita sexy, pero que quede bien claro también: se hace camino al andar. ¿y tú? ¿Eres sexy?
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