Tengo mil cosas que
hacer. Mil cosas. También tengo mil ganas de no hacer ninguna. Y procrastino.
Debo terminar la
tesis de la maestría,¿ o debería decir empezarla? Continuar desarrollando suena
mejor. Debo corregir montones de exámenes y tareas, revisar trabajos de grado y
ensayos. Debo ensamblar un material de estudio, terminar una traducción, redactar
unos artículos, llamar a Cantv a ver si me ponen Internet, arreglar la
lavadora, terminar de leer Cumbres Borrascosas, y El Retrato de Dorian Grey,
ordenar mi cuarto, coser aquel pantalón que se rompió, preparar las clases de
francés y qué se yo qué más…
Y ¿qué hago? Veo en
Youtube (gastando los megas del celular) que ya viene la película de Assassin's
creed.
No es mi intención
que usted, mi estimado lector, se ponga a comparar su lista de cosas por hacer
con la mía. Yo sé que hay gente que tiene más responsabilidades y se maneja
mejor. La cuestión está en que cada día encontrar la motivación para empezar y
terminar cada tarea se me está haciendo más difícil.
Para los
procrastinadores crónicos, como yo, las fechas de entrega son lo mejor que
puede pasarnos. Nos hacen trabajar a toda mecha y entregarnos por completo a la
tarea. Pero incluso mis fechas de entrega se me hacen flexibles con esta
desmotivación tan dura.
La fórmula de mi
"situación-país" es así: inseguridad + sueldo + escasez = el CDLM. Y
sépalo, no me refiero al cuartel.
Este post no será compartido en Facebook. No quiero sumarme a ese movimiento.
Este post no tiene
final feliz. Inhala, exhala, mañana será otro día.
Wish I was here... again |
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